lunes 28 septiembre 2009
Una leida al texto traducido aun con su escaso conocimiento del español fueron suficientes.
Farfuglia telefonea al editor de un locutorio; lo acusa de haber hecho la impresion del libro traducido en clave comica, tergiversando la ambientacion y el siniestro retroceso revelado en el texto original.
El editor responde que la traduccion habia sido aprobada por un redactor de la sucursal mexicana y teniendo en cuenta el inmediato suceso de la novela en español evidentemente, el haberla publicado habia sido un optimo suceso.
¿Por el contrario, no habia que considerar la idea quizás de que de la novela italiana retraducida al español, era sin duda mucho más amigable para una audiencia popular? Santo Farfuglia termina la llamada telefónica, indicando que desea detener la relación con el editor y denegando la utilizacion de su nombre para publicar la segunda novela traducida.
Además no se habría presentado todavía a los previsto encuentros públicos en programa.
El ya no tan jóven escritor se dirige a la sede de la compañía aérea con la idea de anticipar el retorno a Roma para encomendar cuanto antes una audiencia legal con el editor pero, en una intersección atestada, esperando para cruzar la calle, es encarado por un individuo que le entrega una tarjeta de visita y antes de partir le invita a ponerse en contacto con él tan pronto como sea posible para discutir un asunto muy importante en persona. El hombre desaparece entre la multitud. Farfuglia, perplejo mira la tarjeta de visita que tiene en la mano:
(continua)
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