Casi un año hace, Parque Lezama.
Casi un turista.
Es complicado de explicar.
Un casi turista en el Parque Lezama de casi hace un año.
Vago con la Canon al cuello; por razones impensadas también saco la foto de un edificio anónimo aunque excoriado; no logro encontrar el enfoque, me desplazo a lo largo de los caminos, pero los árboles se entrometen; me contento, saco, pero la sensación es la renuncia.
El día después, controlando las fotos sobre la pantalla del reflex, encuentro como una incomprensible presencia aquel edificio raspado, y además la sensación de ser observado mientras la miro.
Pero las fotos necesitan al fotógrafo para ser hechas.
Vuelvo a Roma, los meses pasan. A continuación de una mudanza hallo una caja. Fotografías.
Recuerdos recordados por nadie.
Hojeo las fotos, muchas nunca vistas. Desconocidos de los años 50, o bien reconocidos pero inmortalizados en momentos misteriosos. Pero una es indiscutible, son mis padres, en formato 6x9. Giro la foto.
Una dedicatoria y la fecha, agosto ‘52.
La doy vuelta; ¿aquel edificio con la inscripción Cinzano? ¿símbolo de un brindis?
En todo caso la foto la he hecho yo.
Es obvio; no habia nacído en el '52, de acuerdo, pero entonces por qué el edificio me mira?
Rechazo el argumento, abandono la caja y me ocupo de otro asunto más urgente. Pero a veces los pensamientos tienen vida autónoma.
A la noche estoy cenando pero dejo allí los ravioles, voy al ordenador, estoy seguro que ella esta dentro, entre algunos centenares de fotos digitales de aquel viaje.
Estan divididas por fecha de toma. La encuentro. La observo.
Evidentemente en el '52 la vegetación estaba dispuesta de otra manera.
Localizo en la caja aquella en blanco y negro, la escudriño con la lente, la escaneo, la agrando, la exploro sobre la pantalla.
Las ventanas de allí arriba, de nuevo la sensación de ser observado.
Vuelvo a la foto reciente, me obstino sobre el muro lateral: trozos de letras, la inscripción Cinzano reaflora socarróna.
Miro las ventanas, también aquellas con las presencias tras las celosias cerradas, y entiendo.
Quizás los ojos no sean los mismos, después de casi 57 años. Pero las miradas sí. Las miradas necesitan ojos, pero sobreviven a quien observa.
2 comentarios:
estremecedor!
Gracias, y todavia no me terminaron la traduccion...
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