miércoles, 3 de marzo de 2010

La intervención del maligno en la cotidianeidad.

He trabajado más que un cuarto de siglo en la informática, y no excluyo que ésto puede seguir sucediendo, si solo cambiara una cierta actitud mental respecto a la tercera edad en este país.
Pero esto es otro discurso.
La experiencia en esta clase de trabajo, además de las deformaciones y/o monstruosidades que inevitablemente ocurren, sea sobre el físico, sea sobre la psique de los informáticos, provoca tambien efectos positivos sobre alguna aptitudes humanas como el enfoque de los problemas y la resolución práctica de los mismos.
Un aparte: muchos podrían decir que uno se PONE informatico PORQUÉ nació con una cierta forma de pensar y no viceversa; pero la verdad esta a menudo en el medio: creo que, en última instancia, la informatica no hace mas que AGRAVAR ciertas características ya presentes desde la infancia en algunos sujetos.
De todos modos para volver a nosotros, adoptar la lógica booleana no sirve sólo en la programación, pero tal vez es lo más racional se pueda aplicar al abordar los pequeños problemas cotidianos; así como para realizar cualquier tarea constituida de varias fases, es una buena idea dibujarse mentalmente un diagrama de flujo (cosa que muchos hacen sin saberlo), o incluso en papel en los casos más difíciles.
Bien, estoy afirmando que, QUERIENDO, soy capaz de afrontar un problema de manera concreta, lógica.
¿Pero qué tiene que ver lo malvado en todo esto?
Experiencias ya consolidadas me han convencido que hay objetos, y sobre todo acciones atadas a esos objetos, que son intervenidos a menudo por fuerzas oscuras, envueltos de negativitàd más o menos manifiesta.
Como para lograr anular, por cuánto me concierne, una natural predisposición a la racionalidad.
Obviamente no se puede generalizar: las mismas entidades no tienen la misma influencia sobre todos, o mejor, varían según las personas.
Por cuánto me atañe, existe una actividad absolutamente ejemplar de todo eso:

LA ETERNA LUCHA ENTRE EL HOMBRE Y LA CORREA DE LA PERSIANA A SER REEMPLAZADA.
(El hombre soy yo, la correa de la persiana es la correa de la persiana).
Habito en un piso con una insoportable cantidad de ventanas y puerta-ventanas, y por lo tanto con un similar número de persianas enrollables.
La eventualidad que se rompan las correas aptas para el levantamiento de las mismas es por lo tanto extremadamente alto, promedio uno al mes, con períodos de tranquilidad y otros en cuyo tales acontecimientos se agrupan en el plazo de pocos días; junto a otras actividades paranormales conexas como la rotura del broche que ancla la persiana enrollable al rollo que està arriba o bien la salida de sede de la correa misma que se ata inextricablemente alrededor del muelle encajado en el muro, provocando el bloqueo de todo el sistema.
Usted podría pensar que, dedicándome por lo tanto con cierta frecuencia a estas chapuzas que una mente simple podría definir "de manutención", haya llegado al punto de afrontar con soltura y serenidad tales tareas.

NO.

La lógica que sostiene a esta actividad me resulta ingobernable.
Últimamente también he aplicado esta aproximacion "a objetos": analizo las componentes del problema estableciendo de ello las propiedades y las funciones.
Nada.
Imposibilidad absoluta de visualizar mentalmente el comportamiento mecánico.
Pérdida del autocontrol.
Rabiosas pero confusas tentativas de solucionar el problema lo antes posible para huir de la atmósfera inquietante que, mano a mano, se difunde incesante.
Aproximacion equivocada pero inevitable que lleva a frecuentes errores en la secuencia de las operaciones, con inevitable repetición doble o triple.
A veces provocándome leves daños físicos, mientras sobre la escalera enhebro las manos en el estrecho espacio a travès del cual tengo que enganchar el cabo de la correa al garfio de la rueda metálica solidaria al rollo, o bien mientras fuerzo la rueda que contiene el muelle para ponerla en tensión, diabólicamente ella se me escapa y se desarrolla violentemente, brincando por ahí y produciendo un sonido que está a medias entre un rugido y una risa sarcástica y socarrona, pero metálica.
Bien.
Pienso que todos tenemos bestias negras en el armario, o pesadillas en el cajón, si prefieren.
Estoy convencido que estos casos son la prueba de la presencia de algo solapado, satanico en la vida de todos los días.
El problema es: ¿creer en una, aunque limitada, presencia de lo malvado quiere decir ser creyentes?
¿equivale entonces a aceptar automáticamente, por contraposicion, lo que muchos llaman Dios?
¿Entonces, es la Fe bifrente?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es la primera vez que siento hipotetizar que Dios se manifiesta con las persianas enrollable, incluso sea de modo indirecto.
En todo caso, si justo quieres afrontar la cuestión de modo teológico, podrías cada primer viernes del mes dedicarte a
esta nueva práctica ascética: el cambio de la persiana enrollable, que se volvería así un acto litúrgico, si queremos,
un modo para afrontar el problema con salto místico. ¿Cuánto a las pequeñas heridas, no se ha dicho siempre que es la sangre
derramada a redimir el mundo? ¡De este punto de vista, puedes considerarte a un bienhechor de la humanidad!
¡Un gracias en nombre de todo!
R