viernes, 11 de junio de 2010

La Leyenda de La Plumita - Argentinian Version

By El Gloria

I
1964

Invierno, me parece, tal vez otoño
La escena puede imaginarse en blanco y negro, pero hay colores
En 1964 yo tengo cuatro años, soy un niñito regordete, con flequillo hasta los ojos y el pelo cortado a la taza
Aun yo no era El Gloria, ni todos los que fui antes de ser El Gloria
Yo era Gus
Era la primera vez que volvia al país desde Europa mi Tia Tere, la melliza de mi mama, y venia con mi Primo Sandro, que entonces tenia 7 años y era la gran expectativa de toda la familia en esta parte del mundo en la que Palito Ortega era El Rey mientras The Beatles y The Rolling Stones hacían aullar multitudes en el resto del Planeta
Sandrito era mi gran expectativa también, conocería al Primo con quien intercambiábamos dibujitos por carta, la primer persona que conociera personalmente que hablaba un idioma distinto, y además el único ser de un tamaño aproximado al mio en una familia en la que mi pariente mas cercano en edad me llevaba 14 años
Desde el primer momento hubo cierta tensión entre el y yo, su superioridad me abrumo instantáneamente y el, que si bien no hablaba castellano, noto que podía dominarme, esos tres años de diferencia jugaban a su favor
Recuerdo que una vez, logramos ponernos de acuerdo en jugar juntos
A Batman y Robin
Batman era Mi Idolo
Lo Mas
Nada superaba a Batman para mi a los 4 años
Jugar juntos era bueno, jugar con alguien siempre es bueno
Solo que obviamente el papel que me había tocado no era el de Batman
Era el de Robin
A partir de ahí todo el resto estuvo mal
El punto culminante fue la plumita

II
NSU Prinz

Mi viejo tenia un autito alemán, su orgullo, un NSU Prinz, (ver http://www.testdelayer.com.ar) una joyita, aunque una joyita de dimensiones reducidas
Una tarde fría y de abundante lluvia, salimos a dar una vuelta en el autito, mi papa al volante, mi mama a su lado, atrás mi Tia Tere, Sandro y yo.
Dimos vueltas por varios sitios, pero obviamente el clima no daba como para bajar del auto y a los tiernos niñitos de corta y muy corta edad les importa prácticamente nada el paisaje urbano y la belleza escondida de las callecitas de Buenos Aires de principios de los sesenta, aunque esto lo podemos ampliar a cualquier ciudad del mundo y a cualquier época
En realidad los tiernos niños estabamos hartos del paseo en auto, los adultos estaban hartos de los tiernos niños, cinco eramos demasiados para tan escaso vehiculo y adentro hacia calor y los vidrios tendían a empañarse
Para solucionar este inconveniente se dio la orden de abrir las ventanas pese a la lluvia, (después de todo, el auto tenia algunas fallas de terminación y de todas formas el agua se colaba lo mismo por las juntas)
Dabamos la vuelta alrededor de la Plaza San Martin, cuando Ella Entro Por La Ventana…

III
La Plumita

Imaginemos por un momento la situación opresiva dentro de un submarino de la segunda guerra mundial acosado por cargas de profundidad, el aire húmedo y saturado, enrarecido, el agua filtrando por las uniones de las chapas, saturado de seres humanos en estado de tensión, que temen sin mencionarlo por su incierto futuro…
Bueno
Esta es una situación bastante parecida a la que en ese momento se vivía dentro del NSU Prinz modelo 62, por lo menos desde mi perspectiva actual, cuarenta y seis años mas tarde
La situación estallo en el mismo instante en que La Plumita penetro por una de las ventanas traseras del auto
Hizo lo que todas las plumas hacen
Caer de a poco, dejándose llevar, ondulando, cambiando erráticamente de rumbo ante cada corriente de aire
Ambos salvajes, Sandro y yo saltamos unidos por primera vez por un mismo impulso, capturar la pluma
Una imagen que puede ilustrar la idea de lo que sucedió: recuerden de la televisión, algún partido de la NBA, imaginen dos atletas negros saltando al unisono por el balón y chocando en el aire mientras manotean intentando enhebrar la pelota en el aro, los cuerpos sudorosos, las caras transfiguradas, los brazos estirados, la lucha de los titanes que dan su vida por esa pelota en ese instante…
Puedo recordar a mi padre con una mano en el volante y la otra manoteando al bulto, tratando de noquear a alguno de los contendientes, sus ojos asesinos buscando apuntar por la por imagen invertida del espejo retrovisor, los manotazos mas certeros de mi madre, que si bien no tenia facilidad de movimiento por su posición en el asiento del acompañante, podía golpear con mayor precision, y por fin, las tenazas de acero de mi tia en nuestros pelos y orejas, ella fue quien realmente logro inmovilizarnos, y probablemente derribar a mi primo
Recuerdo que bajamos del auto maltrechos, los chicos llorando, y los adultos molestos y malhumorados, pero sospecho que el frio y al lluvia eran males menores para ese momento

IV
Epilogo

(emerger, tras el cruento combate…reciclar oxigeno…cargar baterías…)
No recuerdo nada mas de aquella tarde, y de hecho seguramente no recordaría tampoco esto, de no ser porque por algún motivo que se escapa de mi alcance, mi madre y mi tia, mientras vivieron y mi padre aun hoy, se han empeñado en traerla a la luz tanto a mi como a mi primo cuantas veces ha sido posible y por lo tanto considero (consideramos, Milo y yo) que La Leyenda de La Plumita debe haber sido un hecho fundante en nuestras vidas aunque aun no logramos darnos cuenta de que forma
Pero esto es algo que dejo librado a las generaciones venideras, si es que cabe.

1 comentario:

la goli dijo...

sencillamente maravilloso, tierno y nada más real entre las relaciones de padres e hijos de antaño ..........juajua