jueves, 17 de junio de 2010

EL MITO DE LA PLUMITA - Italian Version

By Milo Temesvar


Muchos recordarán los títulos de Forrest Gump, la secuencia de la pluma que desprendiendose probablemente de algun ave en vuelo, después de una interminable serie de circunvoluciones, aterrizaba, creo, en las manos de Tom Hanks. La metáfora de la vida, segun muchos,
escena poética inalcanzable, segun otros,
excepto al enterarse de que la secuencia fue producida enteramente en computadora
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1964: La vuelta

Un niño de siete años (yo, del cual voy a hablar en tercera persona) y su madre enfrentan un viaje a través del Atlántico del cual no podemos no decir que hizo epoca.
El viaje que en 1958 un buque enarbolando bandera francesa iniciò, navegando desde Buenos Aires para llevar una joven familia a Italia, se resuelve seis años más tarde, en avión,
para ser precisos en dos aviones,
el primero tomado de Linate a Roma a bordo de algo que iba a helice por el centro de unafuriosa tormenta, y el segundo, un jet que, en 6 o 7 etapas de aterrizajes y despegues en aeropuertos de Europa, Norte de Africa y Brasil (podemos citar Madrid, Dakar, Recife, Rio) y 27 horas de vuelo, se apoyaba en alguna pista de Ezeiza (aunque no puedo decir con certeza que asì se llamaba en ese entonces) e iniciaban 3 meses basicos para la vida de un niño que décadas más tarde descubrió ser Milo Temesvár pero, que en esos dias era identificado anagraficamente como Alejandro Daniel, o simplemente para casi todos Sandro
o Sandrito dependiendo del hemisferio.
Quiero señalar, en justificación parcial de lo que voy a escribir, que probablemente el ambiente expectante que se creó en docenas de parientes con respecto a Sandrito, culmino a su llegada
con una cantidad indecible de mimos al mismo, cosa que parece haber determinado en su mente poco preparada una verdadera regresión psicológica, lo que en los adultos puede ser causado por un traumatismo o la hipnosis en Sandrito se produjo de forma natural.
Uno de los pocos casos de niños con regresión infantil.
Este hecho está apoyado por evidencia que ha sido transmitida a través del tiempo, e incluso por episodios circunstanciales, de los cuales, tal vez el más elocuente es el siguiente:
Sandrito se encontró inmediatamente en sintonía con su primo Gus, adaptándose mentalmente y sin esfuerzo a sus 4 años de edad.
Es cierto que, jugando juntos, inevitablemente algunas diferencias surgieron: un día, durante una batalla con soldaditos y tanquecitos, Sandrito se dio cuenta que el primo había vivido en la creencia de que los alemanes habían prevalecido en la Segunda Guerra Mundial.
Y esto también explica la excesiva facilidad con la que Gus había aceptado ser el jefe de las tropas Nazi, dejando a Sandrito la dirección de los Aliados (fue difícil convencer a Gus que,
afortunadamente, las cosas fueron de otra manera).

Pero es el momento de hablar de La Plumita.

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Hay traumas de la infancia que deben ser eliminados antes o después, y a menudo no es una elección racional:
algunos traumas uno preferiria mantenerlos, porque se convierten, con el tiempo, el el único vínculo con la infancia, en cambio se debe dar lugar a los voluminosos traumas de la madurez, que no escuchan razónes, y se establecien a empujones en su psique, en el área central, relegando en las afueras muchas cosas.
De las cuales llega el momento de hablar, hacerlas públicos antes que sean expulsadas, por completo, afuera de los límites de la memoria.
La elección, sin embargo, sugerida por el Gloria, de proponer dos relatos diferentes de eventos, en retrospectiva, podría ser redundante, porquè obliga al lector a leer dos versiones, sin duda coincidentes en los puntos fundamentales.
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El tio de Sandrito y padre de Gus tenía un coche inexplicablemente reducido en tamaño, creo que era un Renault Gordini, pero de construcción nacional (Argentina), líneas redondeadas que se reunian antes de tiempo dejando de lado los espacios que deberían haber sido incluidos.
No sé que pensaba Sandrito de ese coche: probablemente lo consideraba una incongruencia inserta en el tráfico de Buenos Aires de los años 60, que se componia principalmente de
catafalcos de origen o inspiración de América del Norte, en una nación en la que, a pesar de las periódicas y profundas crisis económicas, nunca ha faltado el espacio.
Un día se decidió hacer un viaje a la zona de Tigre, un afluente del Río de La Plata.
Hacinados en el coche, delante los padres de Gus; Gus, Sandrito y su madre detrás.
El viaje abortò cuando, habiendo llegado a mitad de camino, se desató una tormenta de las características típicas del verano tropical.
Furiosas duchas de agua se estrellaban con violencia en las superficies inciertas del pequeño coche, poniendo a la prueba las guarniciones de las puertas y las juntas de la chapa, mientras que las hojas mojadas, empujadas por el viento se pegaban a los vidrios.
Tras un breve debate se decidió que era más prudente volver, pero el malhumor que se habia creado adentro del habitaculo se volviò tensión cuando los adultos se dieron cuenta de que la inundación del camino estaba llegando a niveles preocupantes, alcanzando casi el borde inferior de las puertas. Los niños recibieron con terror esta perspectiva, comentando con fuertes gritos y tratando de ocupar cada uno el lugar del otro, convencidos de que era más seguro que el suyo. Esto no ayudò a aliviar las tensiones dado que se agregaron las voces y las acciones de represión de los adultos contra los niños.
La situacion habria degenerado en crisis de histeria con consecuencias difíciles de imaginar, si no fuera que la tormenta comenzó a mostrar señales de apaciguamiento y, en pocos minutos, terminó. El alivio invadió la cabina, y se apresuraron a abrir las ventanas para el intercambio de aire necesario en el estrecho espacio en el que, al parecer, no había lugar ni para una pluma.

Pero La Pluma llegó.

Revoloteando con gracia indecisa a través de los pocos decímetros cúbicos libres disponibles, fue suficiente para
re-desencadenar el infierno. Por alguna razón inexplicable, los niños decidieron que era crucial para cada uno tenerla.
De Sandrito, uno esperaría que, en virtud de la madurez de la edad podia conceder la posesión de pluma al primito,
pero (recordemos la regresión de la que había sido víctima) ni lo pensò y fuè necesario el uso la violencia por parte de los
adultos para el desmantelamiento de la pelea que se había desatado.
El episodio de La Pluma causò importantes consecuencias.
No tanto en el terreno de la enemistad entre los dos contendientes, que finalizó antes de tiempo (los niños olvidan facilmente) sino porqué los testigos del evento consideraron necesario periódicamente, durante décadas, transmitir la memoria.
Y sospecho que muchos familiares y amigos de la familia, cuestionados sobre el tema, dirian que ellos también habían asistido personalmente al evento. Tal es el poder del mito

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